jueves, 1 de noviembre de 2007

Sevilla-Atletico de Madrid

El Sevilla no tuvo su día en el Calderón. Hizo tres tantos, pero la fortuna le fue esquiva continuamente. El Atlético convirtió en gol prácticamente todas sus llegadas y los nervionenses, a pesar de ser superiores en posesión y juego, no pudieran llevarse nada a la buchaca

 Pocas veces meter tres goles en el Vicente Calderón sirvió para tan poco. El Sevilla no hizo un mal partido, de hecho dominó al Atlético, pero acabó pereciendo en la capital de España. Desde el principio no hubo buen hado y a pesar de que el conjunto nervionense se reponía de los golpes colchoneros volvía a caer en la trampa. Queda claro que en esta liga tan competitiva y más contra un Atlético con pegado en la vanguardia no se pueden dar facilidades atrás. A los de Jiménez no les salió casi nada, por mucho que metieran tres tantos. Y en cambio, el Atlético llegó cinco veces e hizo cuatro.

 Como decimos, casi nunca un partido se puede poner tan cuesta arriba nada más empezar. Es cierto que al Sevilla este año la fortuna no le está acompañando. Nada más arrancar los hombres de Manolo Jiménez se vieron con un gol en contra, por un despiste defensivo. Era un serio palo, pero este equipo lleva demostrando que está hecho a prueba de bombas. El Sevilla es un hueso duro de roer que no se cae al suelo al primer sopapo. Los nervionenses se fueron arriba, liderados por un colosal Keita y un artista, el artista de siempre, el hombre que no para de arrancar sonrisas, Luis Fabiano. El paulista cazó una bola en la medular cuando el encuentro aún no había llegado a su primer cuarto de hora, se fue de uno, de dos, de tres y le echaron al suelo. Falta al borde del área con tarjeta incluida. Disparo raso que da en la barrera y despista a Leo Franco. Empate ‘O Fabuloso'.

 Se había arreglado en pocos minutos el lánguido arranque de los hispalenses. Pero como si quisieran demostrar los andaluces su entereza para encajar palos, de nuevo de volvieron a complicar la vida, acto seguido de obtener las tablas. Fue Luis Garcia el que por la derecha probó suerte, despeje al frente de Palop y Agüero insultantemente solo hace el 2-1. Manos a la cabeza, porque costaba crear que el Sevilla se dejara meter tantos de esa forma. Y de nuevo los de Jiménez, otra vez liderados por ese hombre omnipresente, por ese portento de la potencia, anónimo para todos hace un año y ahora imprescindible, como Keita. Los visitantes eran mejores, llegaban, Adriano ponía un centro que nadie acertaba a rematar, el Atlético renunciaba al ataque, estaba encerrado... En ese contexto, cuando el descanso estaba acechando, Daniel la pone desde la derecha al área, Ze Castro se anticipa a Luis Fabiano y de amiguito vuelve a igualar la balanza, como si de un choque amistoso y no oficial se tratara.

Arrancaba la segunda parte con ilusión, porque el Sevilla había sido mejor en el primer periodo y era el dueño del balón en la reanudación. Motivos para la esperanza había de sobra. El segundo periodo comenzó trabado, Mejuto controlaba la repentina virulencia a base de tarjetas a amarillas, parando los píes siempre a tiempo. El Sevilla tenía el cuero, Jiménez movía el banco, sacaba a e scena a Duda por Adriano. El Atlético esperaba atrás, pero seguía siendo letal. En su tercera arremetida seria, mojaba de nuevo. Todo gracias a Agüero que se la sirve en bandeja a Maxi para que el rosarino remate adentro sin que Palop pueda hacer nada por evitarlo.

Se ponía la cosa fea, otra vez más. Jiménez metía a Kerzhakov por Koné y poco más tarde a Capel por Navas. El Sevilla buscaba el empate a la desesperada, ofuscado por lo injusto que parecía la derrota. Pero no. El empate no llegaba, a pesar de que Keita y Boulahrouz, sobre todo el holandés, lo rozaban con sus testas. Era demasiada mala fortuna. El choque le daba la espalda a los nervionenses y les acuchillaba cuando en su ocaso en una contra Jurado martilleaba a los hispalenses tras una escapada de Simao por la derecha. Recurriendo al tópico, para nada el 4-2 reflejaba lo que se había visto hasta el momento en el terreno de juego. Pero sí, el fútbol es así, y por eso le dio a Luis Fabiano la oportunidad de acortar distancias y cerrar su gran actuación. El tanto del brasileño prolongó la agonía, porque la derrota parecía inevitable y hasta cierto punto la fe en la victoria. No pudo ser Mejuto pitó y los tres puntos se quedaron en la ribera del Manzanares, a pesar de que el Sevilla marcó tres goles y tuvo más posesión del balón. Ya se sabe, en esto del balompié no hay lógica que valga.

Fuente: Sevilla FC

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