Partido tosco y trabado, aguerrido como suelen ser todos los disputados ante Osasuna. El Sevilla no ofreció su mejor cara. Luis Fabiano de penalti en el descuento desequilibrió un empate a uno con goles de Poulsen y Sola
Decir que esta noche se ha visto un partido de fútbol en el Ramón Sánchez Pizjuán sería quizás demasiado aventurado. El choque ante Osasuna, como suele ser habitual, fue un partido aguerrido, áspero incluso algo tedioso que afrontaba su recta final con tablas a uno y se cerraba con un desenlace ni soñado por parte de los locales, al señalar Iturralde un penalti en el descuento y transformarlo Luis Fabiano, hasta en dos ocasiones, porque tuvo que repetir el primero, para certificar una victoria que no puede saber mejor porque lo hecho por el Sevilla en el terreno de juego no invitaba al optimismo.
Resultadismo puro y duro, a eso hay que agarrarse esta noche. Los tres puntos eran vitales, imprescindibles si se quería seguir soñando con repetir en Europa. A pesar de la necesidad, el Sevilla no salió enchufado. El juego trabado se impuso a todo lo demás. El choque era algo sucio, Osasuna esperaba para salir a la contra mientras el Sevilla intentaba morder a los rojlllos sin suerte. Los ataques locales se encomendaban a las arrancadas de Daniel y poco más. Aún así antes del descanso Ricardo le sacaba un balón franco a Luis Fabiano. El empate al descanso era justo.
Jiménez movía el banco para el segundo acto. Chevantón daba el relevo a Kerzhakov, que poco había podido hacer. Pero el guión de la película no variaba. El Sevilla era incapaz de embestir a un Osasuna bien plantado que no se arrugaba cuando había que parar el juego con faltas. Pero con Chevantón en el campo el Sevilla toma una dimensión más peligrosa a balón parado. Así, a los diez de la reanudación, una falta botada magistralmente por el uruguayo acaba con gol de Poulsen con un remate poco ortodoxo del danés, pero igualmente válido. El partido le estaba dando incluso demasiado al Sevilla, aunque si alguien merecía estar por delante eran los locales, que mostraban algo más de ganas.
Pero el Osasuna es correoso y no estaba dispuesto a vender su piel a cualquier precio. El Sevilla no mataba el encuentro, a Luis Fabiano no se le veía con la misma lucidez de otras noches... El empate era una posibilidad real y acabó llegando con una excepcional jugada de Sola. El tanto visitante frustraba a los nervionenses, que necesitaban los tres puntos pero los veían inmensamente lejos, querían pero no podían y de hecho el respetable se temía lo peor cuando Dady mandaba un latigazo al larguero. El tramo final del encuentro desató la dureza navarra, con un estilo de juego cada vez más adusto, intentando restarle segundos al cronómetro. En los últimos minutos el Sevilla al menos tenía metido a los rojillos. Las faltas de Chevantón creaban cierto peligro pero Ricardo estaba inconmensurable. Así se llegó a la última jugada del encuentro, con un balón a la olla que lucha Chevantón y que Javi García toca con la mano. Iturralde señala penalti y se monta una trifulca, incomprensiblemente tolerada por el colegiado, que mientras jugadores de uno y otro equipo se encarzaban en discusiones, esperaba el final de las discusiones en el punto fatídico. Allí finalmente se dirigió Luis Fabiano y a sangre fría fusiló a Ricardo, desatando una locura momentánea en las gradas porque Iturralde ordenaba repetir la pena máxima. De nuevo Luis Fabiano se dispuso a ejecutarlo, al mismo lado aunque esta vez por bajo e idéntico resultado.
Fue el último capítulo de un partido que sólo salvan los tres puntos obtenidos. Porque el choque fue feo, nada vistoso. No faltó esfuerzo ni tampoco empaque, pero sin embargo el juego de salón nunca llegó. Daba absolutamente igual, porque en el fútbol, como en todo, al final lo que importa es que el resultado sea favorable. Las formas son secundarias, prescindibles sin duda cuando ganar es la única opción después de dos derrotas consecutivas.
PD:¡¡¡Todos a una PUTA OSASUNA!!!